“Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; Has
humillado a mis enemigos debajo de mí” Salmos 18:39
Nunca una mezcla tan sencilla de letras creo en
los seres humanos una locura tan enfermiza, sangrienta, irreparable y
satisfactoria como el fonema “ORO”. En español son solo dos “o” en los extremos
y una “r” suave en medio, algo más fácil de pronunciar que “mamá”. En inglés la
cosa no cambia tanto, “GOLD” incluso son menos sílabas.
Los europeos llegaron buscando el dorado y no
el plateado, el diamantado, el sedado o el platinado. “El Dorado” La ciudad
oculta hecha de oro, por que el Diamante será el mejor amigo de las mujeres,
pero el oro va más allá.
¿Qué hace tan fantástico al oro? Es un gran
conductor, es brillante, es usado en la mayoría de las monedas por que resiste
la corrosión, los artesanos de las cavernas lo usaban por su resistencia y su
brillo. Tal vez sea eso, el brillo amarillo del oro, un brillo que nos recuerda
a nuestra estrella protectora, al sol amarillo que nos da vida, una vida
placentera, que se liga a la tibieza, los colores cálidos son el rojo, el
amarillo y el naranja, el oro es amarillo, el oro es cálido, el oro brilla, el
oro es bienestar y poder, el oro es poder… el oro es poder, y eso lo sabía un
muchacho que se tatuaría el salmo 18:39.
Años antes de que ninguno de nuestros
bisabuelos naciera, este áureo metal causó una fiebre peor que la gripe aviar,
la famosa fiebre del oro acabó con la cordura de cientos de trabajadores y los
arrastró hacia la costa Oeste del continente, más cerca de Godzila y más
alejados de los Hombres Lobo. Ahí, en California, se dio una de las mayores
explotaciones de este material, principalmente en 1849, se llevaron más del
elemento periódico número 79. Este año quedaría especialmente grabado en la
memoria de los habitantes de San Francisco, y es aquí donde mi escrito toma
forma de escrito de americano y no un curso de química e historia en línea.
La segunda guerra mundial acababa de terminar
cuando el señor Morabito se dio cuenta de algo, faltaba un equipo profesional
de cualquier deporte en la costa oeste, vacía de equipos grandes a nivel
profesional. El futbol americano fue su primera y única opción, como los
maricas de la NFL no lo dejaron, con sus cuates fundó una nueva liga, la AAFC,
a los tres años ambas ligas estaban fusionadas y todos se llevaban bien.
El nombre del equipo reflejaba lo más
importante en la mente del señor que fundó el equipo, Oro, el oro del dinero y
del poder, el oro que abre cualquier puerta, el oro que enloquece, el oro que
magnifica, el oro que da inmortalidad. Ponerle “los dorados” era muy fácil y
poco simbólico, así que les puso los 49´s en honor a esa fiebre tan famosa, y
créanme que al equipo no le faltaron razones para estar enfermo.
Crearon una legión de buenos Mariscales de
campo, innovaron con la formación “escopeta” antes incluso que Montana llegara,
pero siempre palidecían en los momentos importantes, cuando tenían que darlo
todo por el dueño recién muerto y les ganaban los leones (¡Los Leones!), Cuando
tocaba visitar Chicago a menos cuarenta grados, Green Bay a menos doscientos, o
Minnesota a menos trescientos. Para acabarla, cuando les tocaba recibir, a los
Vaqueros se les ocurría jugar con el Capitán América, a sí nomás no se puede.
Pero el oro es el metal preciado por
excelencia, y como buena joya, necesita de un gran alfarero, de dedicación, de
ser limpiada, pulida y armada con corazón, con calma, con talento, inspiración,
y muchos huevos. Y si alguien tenía eso, ese alguien era Bill Walsh.
Todo se ha dicho de este hombre y su gran
ofensiva de la costa Oeste, de cómo ensambló piezas para crear a una escuadra
que deja como lelos a la gran mayoría de los equipos de la NFL. El hombre
encontró una joya perdida en Notre Dame y la vistió de oro y cereza, reconoció
en los ojos de Joe el hielo necesario para ejecutar la ofensiva más famosa de
toda la historia. Despacio que tengo prisa, ofensiva de la costa oeste. Frío y
mucho talento y dedicación hicieron a los 49´s algo más que un equipo animador,
lo convirtieron en la leyenda que ahora todos conocemos.
“La Atrapada”, La Victoria ante el Teniente Dan
en el Súper tazón XIX, la Humillación a Elway, El regreso fantástico contra los
Bengalíes, la lesión de Montana bien cubierta por Steve Young, los seis pases
de anotación de Young en un Súper tazón… Todo en menos de quince años, un
equipo de leyenda.
Pero luego de eso se acabó la magia, se acabó
el encanto. Todas esas son historias que me tocó ver en especiales de ESPN o de
NFL Network, algunos los leí y otros los busqué en YouTube, por que durante
años los de San Francisco jugaban mal una temporada y peor la otra. Opacados
por Patriotas, Acereros, Potros, Santos y Empacadores
Yo conocí en vivo a los cuarentaynueves de Jeff
García y de Alex Smith, los que perdían en Green Bay a menos cien grados, los
que se colgaban del jersey de Jeremy Shockey para avanzar, los arrollados por los Bucaneros (¡Los
Bucaneros!), los del 2-14, los de Mike Nolan, los que no podían ganar la peor
división de la NFL, los que eran arrastrados por Cardenales y Halcones Marinos,
los de Mike Singletary y su ineptitud Ofensiva, los que perdieron contra los
putos Gigantes en su propia casa, los que tenían que soportar la falta de
corazón de Alex Smith, los que se humillaban debajo de sus enemigos… Hasta que
llegó él.
Cómo el más grande de su época, vino de la
banca en su segundoaño tras la lesión del hombre confiable. Igual que un chico
Californiano, nadie sabía cómo se llamaba ni qué hacía. Igual que el 12, no
ganó el partido que le tocó suplir a la estrella. Justo como el terrible Tom,
llegó al súper tazón, a diferencia de ÉL, lo perdió.
Pero la grandeza de Colin Kaepernick no radica
en su increíble historial de ganados y perdidos, ni en sus pases de cuarenta
yardas a las manos de Vernon Davis, ni si quiera en las gorras que usa. Su
grandeza está en que es de oro, igual que Montana y que Rice, por sus venas
corre una clase de sangre áurea muy pero muy especial, la sangre de los
verdaderos ganadores, de los que convierten en oro lo que tocan, sea una montaña
o sea un balón de Americano. Tiene la capacidad de hacer posible lo imposible,
de salir victorioso donde el mismo Steve Young caía derrotado. Donde Alex Smith
lanzaba una intercepción, él corre para primero y Diez, donde Brodie se tragaba
el balón, el da un pase a Crabtree, donde nadie tiene fe, él crea esperanza,
donde se va la luz, él la prende.
Él hace que los enemigos se rindan ante él, se
planta frente al mejor QB de la conferencia y le enseña a usar las piernas.
Visita la casa de unos fieros halcones y deja a Tony González sin súper tazón,
va perdiendo el juego más importante de su carrera y queda a punto de ganarlo.
Todos lo critican y él responde corriendo, corriendo y corriendo. Y aún hay
más, se ciñe su fuerza para la pelea y se mete a la Tundra a hacer algo que ni
Joe pudo hacer, por que cuando Montana necesitaba a Rice, Kaepernick lo que
necesita son sus dos piernas frescas. En la serie final, en la última
oportunidad, con todo en contra, se escabulle entre cinco empacadores y corre
más de diez yardas sin que nadie lo toque, besa su tatuaje y se gana un pasaje
a Carolina con la misión de acabar con las Panteras. Seguramente saldrá
victorioso y luego nos regalará un duelazo ante su archirival.
Cuando se retire lo hará con un anillo de
campeón al menos, su estrella lo asegura, El Señor le dará la fuerza para
acabar con sus enemigos y hacer que se rindan ante él. Su único problema
actualmente es compartir la división con otro chico destinado a ganar, el
enemigo vive en la misma división y durante años nos regalarán, tal vez, la
mejor rivalidad de esta década, eso si Manning y Brady se retiran antes de
2015. Por que Kaepernick y Wilson fueron cortados casi por la misma tijera.
Pero uno es de oro, y la única vez que aposté contra él perdí y aprendí mi
lección, nunca ir contra la fuerza dorada de su espíritu, su fiebre de
victoria, su equipo fantástico, el equipo que pierde el ST por primera vez en
su historia y se levanta como si nada a dominar toda la conferencia.
El muchacho es oro y estará en el salón de la
fama junto con otros cuatro QB de San Francisco, pero tan grande cómo él, sólo Joe
Cool. Por que Joe hizo a los 49´s un equipo grande, Steve sólo continúo la
inercia ganadora. Lo de Colin fue más allá, nos recordó quienes son los que
humillan a sus enemigos en la Nacional, quienes son los chicos de Oro.
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